Construida para el Doctor
Fernando Gómez, situada en Durana (Álava) sintetiza muy bien las inquietudes de
un Francisco Sáenz de Oiza que a sus 41 años llevaba ya 10 trabajando como
profesor de Seguridad e Higiene en la Escuela de Madrid.
Es precisamente en la
escuela (mientras vigila un examen) donde inicia los primeros bocetos para este
encargo.
Según comenta, comenzó haciéndose
esta pregunta “¿cómo podría ser una casa partiendo desde cero?” Terriblemente
clarificadora, se atisban en ella las intenciones del arquitecto de liberarse
de ataduras y prejuicios heredados; que arrastraba la arquitectura; y que la
alejaba de un dialogo más rico con su entorno.
Sáenz de Oiza logró sintetizar
el programa de vivienda, en un concepto: la
cubierta.
¿Cuál es sino el origen de la arquitectura?
Para Oiza, comienza
así esta casa; con la protección frente a las inclemencias meteorológicas, tan
frecuentes en el territorio alavés. Un gran paraguas de teja, sustentado por
tres pilares de hormigón y muros de ladrillo hueco, que se prolongan al
exterior, y que se abren hacia el jardín, protegiendo las estancias interiores.
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